Saber escuchar. Aprender de Dios. Escucharle
Dios habla, nos llama, reclama nuestra atención, insiste: Yo soy el Señor Dios tuyo, escucha mi voz. Escucha, pueblo mío. Ojalá me escuchase mi pueblo, y caminase Israel por mi camino. Es casi una súplica que nace de un amor infinito que desea solo nuestra felicidad… Escucha, Israel, el Señor tu Dios es el único Señor. Amarás… Estas palabras que hoy te doy estarán grabadas en tu corazón… La expresión shemá –escucha– aparece insistente en boca de Dios. Llama a la puerta del corazón y dice: escucha mi voz.
Dios habla.
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